viernes, 21 de enero de 2011

Hipergrafía: “Una urgencia abrumadora por escribir”

A menudo hemos escuchado decir que “todos los extremos son malos”, pero hoy me hice una pregunta “¿qué tan malos son?” pues uno de los pocos casos o mejor dicho, de aquello que se conoce poco, es sobre el exceso de escribir, lo cual se considera un trastorno o una alteración (quizás mental) que puede ser nocivo si no se controla o se toman las medidas adecuadas por la persona que padece de ello.

Esta alteración u trastorno es conocido como “Hipergrafía”. Si nos remontamos al significado exacto de esta palabra tendríamos que remontarnos a la etimología griega, en donde “hyper” (superioridad u exceso) y “graphia”, que como sufijo y no significado lingüístico, viene a ser “escritura”, “palabra”, “signo gráfico”. Pero aún así, la RAE no logra dar una definición exacta para esta palabra, empero, colocaré el concepto que la neurología ha venido aplicando hace algún tiempo: “La hipergrafia se refiere a una escritura extensa y en algunos casos compulsiva, con preocupación por los detalles y las palabras son definidas y redefinidas, subrayadas o resaltadas”. Una experta en el tema, es la Doctora Alice Flaherty – neuróloga del hospital de Massachussets -, quien define en su libro “La enfermedad de medianoche”,  a la hipergrafía como “una urgencia abrumadora por escribir”, en donde dicha causa está comprobada científicamente, que es por alteraciones (lesiones) de los lóbulos temporales del cerebro, lo cual algunas veces empieza con dolores de cabeza no tan fuertes, pero si llegan a ser molestos y es ahí donde debe ser tratado por un médico especialista en psiquiatría, pues muchas de las veces, la hipergrafía es una forma de autodestrucción.

A pesar de la historia de los grandes escritores, los cuales se han considerado “adictos” a la escritura, pues debemos tener las cosas en claro y no confundir la pasión que en ellos desborda por escribir con la necesidad abrumadora e incluso la obsesión por plasmar en texto cualquier cosa que suceda alrededor o las cosas que piense, sea sobre las propias vivencias, experiencias o la realidad misma que acontece. La Doctora Flaherty nos da una pista de cómo sospechar si alguien padece este mal (que a la larga es una enfermedad), cuando se ve que la persona descuida sus actividades rutinarias, o quiere dejar (o deja) el trabajo, o cuando estudia sólo lo que le interesa y no otras cosas, empieza a descuidar su vida en algunos aspectos, empieza a descuidar su relación sentimental (si es que la tiene), incluso puede haber días en que se olvide de comer o de dormir; pero todo esto por la única necesidad de escribir, como lo diría el alemán Goethe: “Si es posible, me gustaría dejar todo de mi vida. Pero nunca dejaría de escribir”, si vemos que este es el caso, es porque precisamente algo extraño está sucediendo, porque este mal los termina aislando.

Aunque por otra parte, reconocemos que la escritura ha sido como una forma de “escape” o de “desahogo” para los escritores y como es lógico en nuestros tiempos para los “bloggeros” o para aquellos que tienen cuadernos en sus casas con muchos escritos (puede ser diarios, poemarios, etc.). Aquí debemos tener en cuenta que el escribir debe ser un gusto, algo motivador, pero no una obsesión, pues si llega a serlo, se convierte en un serio problema e incluso podría afectar a los familiares o amistades cercanas de la persona quien padece esta enfermedad.

Pero debemos seguir siendo específicos y aclaremos también que no solo en el caso de escribir por muchas horas y horas sin poner un límite, pues el mal se nota avanzado cuando ya empieza a ser durante tres o cuatro horas diarias y por las noches (generalmente los que padecen de hipergrafía buscan la tranquilidad de la noche o lugares desolados/solitarios) y es ahí donde se produce el ensimismamiento, el aislamiento, la soledad que lleva a la persona entrar a un mundo ajeno a lo de los demás.

A lo largo de la historia hemos podido identificar a unos cuantos escritores que seguramente padecieron de “Hipergrafía”, entre ellos tenemos:

·        Miguel de Cervantes Saavedra.
·        Virginia Wolf.
·        Julio Córtazar.
·        Baruch Spinoza.
·        Friedrich Nietzsche.
·        Fedor Dostoievsky.
·        Stephen King, entre otros.

Uno de los casos más severos fue el del conocido escritor francés Honoré de Balzac, quien es recordado por su obra “La Comedia Humana”. Se sabe que Balzac pasaba quince horas al día escribiendo y bebiendo litros de café, durante las noches. Quizás se comprende la razón del porque llegó a escribir 90 novelas y un sinnúmero de cuentos, como también artículos periodísticos. Es un caso ejemplar para demostrar lo que la hipergrafía realiza en la vida de una persona. Ahora notemos bien, si llegamos a conocer a alguien que escriba mucho, sea por las noches o durante el día (aunque los casos más críticos han sido que escriben por las noches, olvidándose de comer o dormir) y tratemos de ver el límite entre el placer por escribir y la obsesión por escribir, pues en algunos casos puede ser algo positivo, pero en la mayoría de casos solo conducen al vacío y la soledad.